Vivir despacio, sentir más💚

 

  Hola a todos!! Esta semana quiero compartir una reflexión personal sobre algo que cada vez noto más: la diferencia entre el ritmo de vida en la ciudad y en el pueblo, y cómo eso afecta a nuestro bienestar diario.

  Vivimos en un mundo que va a toda velocidad. En las ciudades parece que todo funciona a cámara rápida: el transporte, las compras, el trabajo, incluso el tiempo libre. Vamos corriendo de un sitio a otro, pendientes del reloj y del móvil, como si estuviéramos en una carrera constante. A mí, personalmente, eso me agobia.

  En cambio, cuando estoy en mi pueblo, todo cambia. El ritmo baja, la gente se saluda sin prisa, y parece que el día tiene más horas. Hay tiempo para mirar el cielo, para charlar en un banco, para tomarse un café sin mirar la hora. Es como si allí la vida recuperara su sentido más humano.

  Pienso que si, la ciudad nos ofrece muchas oportunidades, pero también nos exige mucho. Es fácil caer en la rutina acelerada sin darnos cuenta. En el pueblo, sin tantas distracciones ni presiones, recuperamos la calma, la conexión con los demás y con nosotros mismos. No es que uno sea mejor que otro, pero creo que es importante ser conscientes del ritmo que llevamos y preguntarnos si realmente es el que queremos.

Podríamos:

• Reservar momentos del día sin móvil ni pantallas.

• Hacer paseos sin rumbo, simplemente por el gusto de caminar.

• Dedicar tiempo a hablar con alguien cara a cara, sin prisa.

• Encontrar pequeños espacios de naturaleza, aunque sea un parque.

• Y sobre todo, aprender a decir “no” a la prisa cuando no es necesaria.

En resumen, vivir más despacio no es vivir menos, es vivir mejor. Y aunque no todos podemos estar en un pueblo todo el tiempo, sí podemos llevar un poco de ese espíritu con nosotros, allá donde estemos.

Espero que os guste <3